nos complace presentar esta edición de una obra que ha sido de mucha bendición para los lectores hispanos de las ediciones anteriores. En esta edición ampliada hemos incluido un nuevo capítulo sobre "El trasfondo judaico para el Nuevo...
morenos complace presentar esta edición de una obra que ha sido de mucha bendición para los lectores hispanos de las ediciones anteriores. En esta edición ampliada hemos incluido un nuevo capítulo sobre "El trasfondo judaico para el Nuevo Testamento, 200 a.C. -200 d.C.", escrito por Walter M. Cunnett con el visto bueno del autor de esta obra, y un Apéndice de asuntos como: "Versiones de la Biblia en castellano," "Los emperadores romanos del primer siglo", "Los procuradores romanos de Judea", "La familia herodiana", y "Esquema de los cánones de los primeros cuatro siglos." También se ha añadido una sección "Otras lecturas" al final de cada capítulo, que es una bibliografía de libros en castellano que tiene que ver con el contenido del capítulo. Con el fin de que esta obra sea de aún más utilidad hemos añadido unos índices al final del libro: "Índice de Asuntos" e "Índice de Nombres." Aunque no estén puestos todos los nombres y asuntos mencionados en el libro, hemos procurado anotar los temas y personajes principales citados en la obra. También hemos hecho algunas correcciones de las ediciones anteriores, y hemos mejorado los mapas. Confiamos que Nuestro Nuevo Testamento siga siendo de ayuda y bendición para un mejor conocimiento de la Biblia y el crecimiento espiritual del lector. Editorial Portavoz PREFACIO Entre los creyentes evangélicos siempre ha habido la profunda convicción de que un amplio conocimiento de la Biblia es parte primordial de una sólida educación. Lo que se aprende en el hogar o en la escuela dominical necesita ser reforzado por el estudio académico si el joven creyente ha de ser fuerte en su fe. Para lograr esta finalidad, muchas instituciones educativas, cristianas, han implantado para todos sus estudiantes los necesarios cursos bíblicos. En cualquier estudio bíblico que se intente, es de necesidad fundamental una apreciación general de toda la Biblia, como si la contempláramos en panorama. El estudiante que quisiera comprender cualquier pasaje o doctrina de las Escrituras, tendría que conocer lo que ellas enseñan en su totalidad. Cada libro es parte de este total, y solamente puede ser bien entendido cuando se le considera en relación con todo el caudal de la revelación divina que comienza con Génesis y termina en Apocalipsis. El mensaje del Nuevo Testamento puede comprenderse mejor cuando se tiene algún conocimiento del mundo en medio del cual hizo su aparición. El escenario político, el socia, el económico y el religioso, del primer siglo, forman el contexto de la revelación de Dios en Cristo. Los términos de que se valieron los apóstoles y sus asociados para la enseñanza, los tomaron de la vida común de su época, y eran familiares al hombre medio de las calles de Alejandría, de Antioquia o de Roma. En la medida en que de nuevo aquellos términos se vuelvan familiares para el moderno lector, el mensaje del Evangelio cobrará maravillosa claridad. Sin embargo, la interpretación del Nuevo Testamento no depende exclusivamente del conocimiento de la antigüedad. Son obligatorios sus preceptos no porque la moderna civilización sea una réplica accidental, si se quiere, de la cultura del mundo Greco-romano, sino porque la relación del hombre con Dios es siempre la misma, y porque el eterno Dios es inmutable en su actitud para con el hombre. La vitalidad de la palabra de Dios no depende del parecido casual entre dos grandes épocas. Sus cualidades eternas trascienden por sobre las condiciones locales de espacio, tiempo y sociedad. Tan pronto como el significado de las palabras de las Sagradas Escrituras se aprecia correctamente, se ve que son tan verdaderas hoy como lo fueron antes, y que no pueden ser descartadas como si fueron los anticuados sentimientos de una desvanecida civilización. Todavía trasmiten el Evangelio viviente del Dios eterno para las sedientas almas de los pecadores. En la presente obra, nos propusimos colocar cada libro del Nuevo Testamento en su debido lugar, analizándolo para que el lector discierna rápidamente cuál es el pensamiento dominante de cada uno. No queremos, en manera alguna, dar al estudiante un libre en el que las ideas del autor desplacen los descubrimientos que pudiera hacer cada alumno. Queremos, sí, poner a su disposición una guía segura que lo lleve hacia los hechos esenciales que la servirán para interpretar la Biblia por sí mismo. A la manera que el eunuco etíope pedía que alguien le guiara en el estudio inicial de la palabra escrita, el estudiante actual necesita quien le ayude a salir de entre las perplejidades que le cierren el paso. No tratamos aquí, en grado alguno, los problemas técnicos de introducción y de teología, porque no pertenecen propiamente a un estudio panorámico. Omitimos menudencias de interpretación porque nuestra obra no tiene pretensiones de comentario. Las notas que aparece al pie de algunas páginas se refieren, por lo general, a fuentes originales de información. De ellas hemos hecho uso muy restringido, para no confundir al lector de medianos alcances. Tenemos por único anhelo, que aumente nuestro conocimiento del Nuevo Testamento, nuestro amor para él, y esperamos lograrlo proporcionando un amplio y ordenado acerca-miento a él. A medida que el devoto creyente vea cómo la revelación de Dios fue adecuada para el mundo del siglo primero, descubrirá también que en todas las circunstancias de su propia vida, esa revelación tiene admirable aplicación. Cuando este libro se utilice en clase, el profesor podrá aprovechar sus investigaciones personales a guisa de complemento, desarrollando en detalle las fases de pensamiento que aquí solamente se sugieren. Los bosquejos tienen por objeto principal ofrecer modelos con cuya ayuda el maestro o el estudiante puedan hacer los suyos, originales. Las referencias bíblicas facilitarán el estudio que tenga por objeto comprobar o ampliar los temas presentados en el curso del texto, pero prescindiendo de éste.