La problematización como estrategia metodológica, permite la orientación de aprendizajes y saberes que dan sentido, a la visibilización y a apropiación del OIPP en los estudiantes, pero es menester enfatizar que ahí surgen varios...
moreLa problematización como estrategia metodológica, permite la orientación de aprendizajes y saberes que dan sentido, a la visibilización y a apropiación del OIPP en los estudiantes, pero es menester enfatizar que ahí surgen varios desplazamientos entre saberes, conocimientos, cultura, experiencia y vida cotidiana. De ahí que, esos desplazamientos proporcionarán, a su vez, diferentes formas de enunciación en el registro de sus apropiaciones, esto es materia dúctil, no para enseñar nuevos conceptos sino para cambiar los conceptos que ya poseen y sólo se logra produciendo el conflicto cognitivo para reconstruir la trama de significados partiendo del conocimiento o la resonancia de la vida cotidiana y la experiencia. Potenciar al sujeto en su capacidad de pensamiento categorial, relacional, conceptual y complejo sobre los problemas que plantea la realidad de la IPP, no se puede reducir a una comprensión simple del proceso, más allá de ello nos sugiere habilitar prácticas y procedimientos mediante los cuales hay que poner al sujeto en posición de cuestionamiento, de crítica, a aprender a pensar por sí mismos desde la experiencia, el entendimiento y el buen juicio (Ortega y Gasset, 1986) para decidir y actuar de manera responsable y comprometida. De ese modo, habilitar al sujeto en la escucha y en las formas de relacionarse con el entorno hace imperante ponerlo alerta en sus propios procesos de apropiación y conducirlo a tomar distancia para reconocer que las explicaciones son precarias y que es una construcción específica en la cual se pueden desedimentar conceptos, reconocer planos de inclusividad crecientes y aprender a pensar desaprendiendo las formas tan rígidas en que se educó la forma de razonar, pues no permiten: 1) darse cuenta que los conceptos no siempre sirven para lo mismo, pues juegan de manera diferente y hay que delimitar cómo se articulan y con respecto a qué. 2) saber que es imprescindible la ética y la responsabilidad social y profesional y saber qué se puede devolver desde la capacidad de escucha en lo dicho, lo que da-que-decir y lo que queda por decir en eso que no se puede decir. 3) recolocar al sujeto en la capacidad de construir visiones sobre el mundo de saberes en la capacidad de mirar reconociendo la visión simplificadora como el autoexilio del sujeto cognoscente en el proceso de producción que historiza el conocimiento a la vez que lo universaliza. 4) reconocer que se configura para construir su propio proyecto, y el argumento propio desde una posición crítica que exige tres componentes necesarios: la crítica sin condición, la política del sujeto y la comunidad de debate o de conversación (Martínez, 2009). Así, la problematización posibilita la apertura del pensamiento y abre procesos para visualizar cosas que no se habían visto, no se habían escuchado, no se habían dicho y no se habían pensado como campo de problemas que no tienen un contenido previo. De modo tal que orienta los aprendizajes y los saberes, a partir de reconstrucciones de sentido al modificarse las representaciones, los significados y los sistemas simbólicos adquiridos de forma paulatina al gestar formas de implicación en su formación profesional para concebir la enseñanza como actividad productiva en tanto trabajo profesional creador de conocimientos específicos, ya que son particulares a los sujetos y grupos que aprenden.