Aún hoy e stá am pliam e nte e x te ndida la ide a de que la R e volución Industrial fue un pe ríodo oscuro e n la historia de O ccide nte , una e tapa lúgubre y ve rgonzante e n la que e l he dor de las fábricas sustituyó e l aire puro...
moreAún hoy e stá am pliam e nte e x te ndida la ide a de que la R e volución Industrial fue un pe ríodo oscuro e n la historia de O ccide nte , una e tapa lúgubre y ve rgonzante e n la que e l he dor de las fábricas sustituyó e l aire puro de l cam po fe udal y las m asas se vie ron som e tidas al látigo de los avariciosos capitalistas, e m pobre cié ndose e n be ne ficio de e sta nue va clase pudie nte. Pe rsiste , todavía, e n e l im aginario de m ucha ge nte la e stam pa de unos obre ros, ante s boyante s cam pe sinos, urbanizados y e x plotados e n las fábricas de la burgue sía, e n condicione s laborale s atroce s y e n e stricto ré gim e n de subsiste ncia. La R e volución Industrial constituye de e ste m odo e l pe cado original de l capitalism o, cuando no la prue ba de que e l libre m e rcado e s inhe re nte m e nte injusto y de be se r corre gido o supe rado por otro siste m a que no e sté e n contradicción con la justicia social. La prospe ridad de que gozam os, ale gan, se alza sobre e l sacrificio de aque llas ge ne racione s pre té ritas. El nue stro e s un progre so te ñido de culpa. Y si e l capitalism o, para ge ne rar bie ne star, re quie re de un pe ríodo inicial de pe nuria y e x plotación inte nsificada y ge ne ralizada, e s que e l capitalism o e s indigno per se, porque nada intrínse cam e nte justo ne ce sita de lo injusto para de sarrollarse. Lue go su status se rá, a lo sum o, provisional. El Capitalismo y los Historiadores, e ditado por Frie drich Haye k , e s un com pe ndio de e nsayos que se propone re futar, de una ve z para sie m pre , la popular y populista m itología socialista que e nvue lve la R e volución Industrial ingle sa, m ane jada e n e sta obra com o m ode lo paradigm ático por se r la prim e ra, la m ás afam ada y la m ás e studiada de las re volucione s industriale s. El libro re úne e nsayos de Haye k , Ashton, Hack e r, Hartwe ll, De Jouve ne l y Hutt. La calidad y e l inte ré s de los distintos artículos e s de sigual, si bie n no hare m os aquí ninguna crítica e x haustiva de los m ism os. Me pare ce m ás inte re sante de stacar los aspe ctos re le vante s de la e x posición de cada autor y acaso e m itir algún que otro juicio valorativo puntual. La R e volución Industrial ingle sa, que cabe ubicar e ntre m e diados-finale s de l siglo XVIII y m e diados de l siglo XIX, ha sido obje to de e studio de un sinnúm e ro de historiadore s que durante dé cadas, im buidos de ide as m arx istas, care nte s de rigor e im parcialidad, faltos de una te oría pre via y una m e todología ade cuada, difundie ron una visión radicalm e nte distorsionada y partidista de la re alidad, un dram atizado cuadro que se ale jaba de los he chos tanto com o se ajustaba a los e sque m as ide ológicos de la pujante m asa socialista. Esta falaz inte rpre tación de los aconte cim ie ntos fue re visada, criticada e im pugnada por la m e jor historiografía e conóm ica e n la prim e ra m itad de l siglo XX. Pe se a e llo, aún pre dom ina e n la opinión pública, re fre ndando las ide as e statistas e sparcidas por doquie r. La ficción ha adquirido carta de naturale za pasando a form ar parte de l re ino de los he chos consabidos e indisputable s, aunque e n e l m undo acadé m ico ya no pue da soste ne rse se riam e nte tam año artificio. Una m ue stra de e sa im age n ilusoria divulgada durante m ás de un siglo la e ncontram os e n The Impact of Science on Society, de Be rtrand R usse ll: "La re volución industrial provocó e n Inglate rra, com o tam bié n e n Am é rica, una m ise ria inde scriptible. En m i opinión, ape nas nadie que se ocupe de historia e conóm ica pue de dudar que e l nive l m e dio de vida e n la Inglate rra de los prim e ros años de l XIX e ra m ás bajo que e l de cie n años ante s; y e sto ha de atribuirse casi e x clusivam e nte a la té cnica cie ntífica"[1]. Incluso e n una obra com o Historia del liberalismo Europeo, de Guido de R uggie ro, no hostil a la tradición política de cim onónica, adve rtim os la aciaga influe ncia de e sa popularizada inte rpre tación de los he chos: "Fue pre cisam e nte e n e l pe riodo de l de sarrollo industrial m ás activo cuando e m pe oraron la condicione s de vida de l trabajador. La duración de l trabajo se alargó de sm e suradam e nte ; la ocupación de m uje re s y niños e n las fábricas hizo de sce nde r los salarios; la aguda com pe te ncia e ntre los m ism os trabajadore s que ya no e staban ligados a sus parroquias, sino que viajaban libre m e nte y podían re unirse allí donde la de m anda de sus se rvicios e ra m ayor, abarató todavía m ás e l trabajo que ofre cían e n e l m e rcado: crisis industriale s num e rosas y fre cue nte sine vitable s e n un pe ríodo de cre cim ie nto, cuando la población y e l consum o no se han e stabilizado todavía-incre m e ntaban de tie m po e n tie m po la m ultitud de parados, e l e jé rcito de re se rva de ham bre "[2]. La ve rdad, sin e m bargo, no pudo se r ignorada por aque llos autore s con un m ínim o de hone stidad inte le ctual que antaño divulgaron false dade s. Así, los Ham m ond, que e n su día contribuye ron grande m e nte a la propagación de l m ito, re conocie ron al final de su vida que la R e volución Industrial no e m pobre ció a las m asas trabajadoras, ante s al contrario: "Los e stadísticos nos inform an que , tras e l e studio de los datos de que dispone n, pue de n afirm ar que los ingre sos subie ron y que la m ayoría de hom bre s y m uje re s, e n e l tie m po e n que e ste de sconte nto se hizo m ás ruidoso y activo, e ran m e nos pobre s que ante riorm e nte , e n e l sile ncio